Cuando el pasado martes 28 de julio se "homenajeó" a José Alfredo Martínez de Hoz y a su antepasado, heredero de las tierras de nuestra Patagonia, saqueada a los pueblos originarios y asesinados en la Campaña del Desierto de Roca, sentí una gran indignación con los líderes de un nuevo poder representado por esa abstracción llamada "el campo". Se reían de oficialismo y oposición, mirándolos desde el lugar de un país al que desean ver otra vez solo como agroexportador; y así dejar de ser (como lo es hoy) un país agroindustrial. Pero recordé la "adhesión de estos patriotas" a todos los movimientos obreros, estudiantiles, de docentes (en la carpa blanca), de profesionales, de trabajadores, etcétera; en reclamo de mejoras en la educación, la salud, la alimentación, la vivienda digna de nuestro pueblo. Sus grandes luchas por transformar barrios carenciados en lugares habitables, con cloacas, agua corriente, dispensarios, gas, luz, y todo aquello que da confort a la vida de un país tan rico. Jamás se manifestaron ni se movieron para apoyar a quienes en realidad son carenciados, ni para solidarizarse con los docentes, abuelos, trabajadores... No me indignan tanto los latifundistas adictos al hombre de las orejas (que tanto daño le hizo y sigue haciéndole al país) a quien homenajearon (mostraron la hilacha), pues uno sabe quiénes son y qué es lo que buscan. Más me ha indignado quien dice pertenecer a la Federación Agraria Argentina, que otrora representaba al Grito de Alcorta y a su lucha por la reforma agraria, sentado con quienes antes jamás los invitaron a participar del evento tan "distinguido de la Sociedad Rural".
¿Se darán cuenta los pequeños productores y chacareros que trabajan sus tierras bien habidas con sus propias manos que no están representados por nadie de esa mesa de enlace?
Javier Gastón Liesche (JGLCOM)
JGLCOM