"En Malvinas me tocó como jefe de sección, el subteniente Eduardo Flores Ardoino", afirma Silvio Katz, del Regimiento Mecanizado 3 de Tablada, uno de los cerca de treinta soldados judíos que participaron de la guerra. Katz debió luchar contra el hambre, el frío y los bombardeos ingleses, como todos sus compañeros, pero también contra el odio antisemita de oficiales y suboficiales del Ejército. Este es su relato.
"Se me congelaban las en el agua, y él me tiraba la comida adentro de la mierda y la tenía que buscar con la boca. Me trataba de puto, que todos los judíos éramos cagones. Era feliz viéndome sufrir. Un día quise agarrar un fusil para pegarle un tiro, y no podía ni tener el fusil en la mano. 'Es tan cobarde que no puede disparar. No ve, usted es un cagón', y me pegaba. Yo pensaba: si este tipo supiera que no le pego un tiro porque no puedo mover los dedos, se dejaría de hablar boludeces. No había nunca una posiblidad. El arma que me apuntaba era la de él. Eso le daba el poder, y unos botones lo hacían creer que era Dios. Les decía a los demás que les hubiera pasado lo mismo si hubieran sido judíos como yo. Algunos compañeros me odiaban tanto como él porque veían en mi el problema de todos sus males. Para la gente que sigo viendo periódicamente, era el ruso, el amigo, venían a hablar conmigo después que se iba este buen señor, a hacerme entender que no era así la cosa, que no podían saltar por mí...."
Fragmento extraído del Diario Perfil, del día Domingo; 29 de marzo de 2009, página 59.
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